Los seres vivos cumplen un rol único e importante dentro del nicho ecológico en que se desarrollan. Cada especie que se desenvuelve dentro de un ecosistema está adoptando un papel que armoniza con el desarrollo de la vida en su entorno, sea esta animal o vegetal. Es por eso que las intromisiones al medio ambiente creadas a menudo por el hombre traen consecuencias catastróficas para el entorno, como lo podemos constatar hoy en día en diversos casos, como por ejemplo el calentamiento global y el cambio climático a nivel mundial.
En cuanto a las especies, todas las que componen un ecosistema armonizan en el mismo de forma sorprendente, por lo que introducir especies nuevas de modo artificial o antojadizo a menudo trae graves problemas para las especies que lo habitan.
En el caso de nuestra ciudad, en los últimos años se ha visto invadida por diferentes especies foráneas, no solo animales sino principalmente vegetales. Han llegado a nuestros parques y avenidas árboles originarios de diversas latitudes del mundo, que casi han desplazado por completo a nuestros árboles ornamentales nativos, llámense guarangos, tipas, sauces, nogales o molles. A menudo vemos nuestros parques poblados con poncianos, tulipanes, eucaliptos y ficus, que a pesar de provenir de lugares tan lejanos como Australia, África, Rusia o Norteamérica, se han adaptado al clima de la ciudad y no solo eso, sino que han resistido los efectos de la contaminación urbana aun mejor que las especies propias.Toda esta profusión de vida vegetal ha hecho que aves de distintas especie hagan de los parques sus hogares. Por ejemplo, hasta hace un par de décadas era imposible ver bandadas de loros cruzando los cielos limeños, cosa que ahora es común. Las palomas de distintas especies también han proliferado de manera notable, a excepción de nuestra pequeña tortolita, que ha visto menguar su numero a costa de la proliferación de otras palomas, cómo la tórtola orejuda, que vino de las lomas costeñas para quedarse en nuestras áreas verdes. La tangara azul, que es mas conocida como "violinista" se escapó de las jaulas de los comerciantes de aves y poco a poco sentó sus reales en Lima, variando inclusive su régimen alimenticio, dado que es una especie frutícola y al ausentar las frutas aquí, devora con profusión brotes tiernos e insectos.